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martes, 1 de febrero de 2011

Escribir...

Escribir es un ejercicio que, a simple vista, parece sencillo. En torno a éste, se han redactado miles de manuales y libros relacionados. A este esfuerzo también se han sumado diversidad de páginas web. Esto deja en evidencia el valor que nuestra sociedad ha dado a esta destreza. Por otro lado, la educación formal e informal ha dedicado páginas y páginas al análisis de todos los procesos relacionados con la adquisición y el desarrollo de esta habilidad. Es así como diversas áreas se han volcado a dejar su huella en este pequeño e "insignificante" mundo del texto escrito. El mismo que los docentes intentamos hacer aparecer, casi de manera mágica y sin permiso para los equívocos, durante las brevísimas sesiones de una clase, sin dar cabida a la correspondiente revisión y reformulación. Me pregunto, ¿hasta que punto los docentes, con nuestra práctica, fomentamos la inmediatez escritural? La actividad empieza y termina en el salón, en un tiempo reducido, sin cabida a la reflexión profunda, revisión y, mucho menos, a la  posterior reedición. ¿Y es que acaso no son esos los pasos que una y otra vez le enseñamos a nuestros estudiantes cuando, ya sea guiados por un texto o por nuestra propia experiencia de escritura, intentamos mostrarles cómo lograr un escrito coherente y cohesionado?